martes, 31 de agosto de 2010

EL MÁGICO MUNDO DE LOS CUENTOS

Como olvidar esos maravillosos cuentos que nuestros padres, tíos o abuelos nos leían antes de ir a dormir, o simplemente cuando estábamos aburridos…

Son esos cuentos clásicos que jamás van a pasar de moda, y que algunos ya se los relatan a sus hijos o simplemente ya lo van a hacer, otros se los contarán a sus primos, sobrinos o a los hijos de sus amigos.
Estás historias que las escuchamos tanta veces, porque nos encantaba que nos relean; si alguien te pregunta si te acordas de algún cuento que te marcó, uno siempre tiende a contarle toda la trama.
Ahora yo les voy a refrescar un poco la memoria y les voy a contar de cada cuento que a mí me gustaba que me lean.
¿Y a vos qué cuento te marcó?


CAPERUCITA ROJA




Una niña recibe de su madre el encargo de llevar una cesta a su abuela enferma que vive en el bosque, advirtiéndole que no hable con desconocidos. Pero por el camino se encuentra un lobo y se para a hablar con él, dándole detalles de lo que va a hacer.
El lobo aprovecha para engañar a caperucita y llegar antes a casa de la abuelita, a quien se come, y luego ocupa su lugar para engañar a caperucita y comérsela también. Afortunadamente, un leñador que andaba por allí descubre al lobo durmiendo tras su comida, y rescata a caperucita y su abuelita de la tripa del lobo, sustituyéndolas por piedras que hacen que el lobo se ahogué al ir a beber al río.





PATITO FEO

Una pata tiene varios patitos, pero uno de ellos es mucho más feo, tosco y torpe que el resto, por lo que todos lo dejan de lado y se burlan de él.

El patito decide huir de allí y se enfrenta sólo y triste a los problemas del invierno.
Al llegar la primavera, encuentra un grupo de cisnes que, para su sorpresa, son amables con él. Éstos le hacen ver su reflejo en el estanque, y así descubren que en realidad él era un bello cisne y no un pato desgarbado.




Hansel y Gretel (La casita de chocolate)



Hansel y Gretel son dos hermanos que son abandonados en el bosque. Perdidos, encuentran una casita de chocolate y dulces en la que vive una ancianita que les invita a pasar. Los niños se quedan, pero la ancianita resulta ser una bruja que encierra al niño en una jaula y lo engorda para comérselo, mientras la niña tiene que hacer tareas.
Consiguen aplazar que la bruja se lo coma haciéndola creer que no engorda, mostrándole un hueso de pollo como si fuera el dedo del niño, pero la bruja se harta y decide comérselo igual. Le pide a la niña que prepare el horno, pero esta hace como que no sabe, y cuando la bruja se asoma para enseñarle, la empuja dentro y se quema. Los niños consiguen huir y encontrar el camino a casa con su padre.







EL GATO CON BOTAS


El molinero del reino, deja únicamente en herencia al pequeño de sus hijos uno gato. Los otros dos hermanos corren mejor suerte, pero éste lejos de abandonar al gato, le escucha. El gato le dice que si confía en él, le consigue un par de botas y un saco, saldrán de la pobreza. La valentía y astucia, bien entendida, del gato le llevará a conocer al rey, y el hijo pequeño del molinero, a partir de ahora será llamado Marqués de Carabás, conocerá a la princesa y se casará con ella






MAGO DE OZ


Dorita era una niña que vivía en una granja de Kansas con sus tíos y su perro Totó. Un día, mientras la niña jugaba con su perro por los alrededores de la casa, nadie se dio cuenta de que se acercaba un tornado. Cuando Dorita lo vio, intentó correr en dirección a la casa, pero su tentativa de huida fue en vano. La niña tropezó, se cayó, y acabó siendo llevaba, junto con su perro, por el tornado. Los tíos vieron desaparecer en cielo a Dorita y a Totó, sin que pudiesen hacer nada para evitarlo. Dorita y su perro viajaron a través del tornado y aterrizaron en un lugar totalmente desconocido para ellos. Allí, encontraron unos extraños personajes y un hada que, respondiendo al deseo de Dorita de encontrar el camino de vuelta a su casa, les aconsejaron a que fueran visitar al mago de Oz. Les indicaron el camino de baldosas amarillas, y Dorita y Totó lo siguieron.
En el camino, los dos se cruzaron con un espantapájaros. Más tarde, se encontraron a un hombre de hojalata; se encontraron a un león rugiendo débilmente
Cuando llegaron al país de Oz, un guardián les abrió el portón, y finalmente pudieron explicar al mago lo que deseaban. El mago de Oz les puso una condición: primero tendrían que acabar con la bruja más cruel de reino, antes de ver solucionados sus problemas. Ellos los aceptaron. Al salir del castillo de Oz, Dorita y sus amigos pasaron por un campo de amapolas y aquél aroma intenso les hicieron caer en un profundo sueño, siendo capturados por unos monos voladores que venían de parte de la mala bruja. Cuando despertaron y vieron la bruja, lo único que se le ocurrió a Dorita fue arrojar un cubo de agua a la cara de la bruja, sin saber que eso era lo que haría desaparecer a la bruja. El cuerpo de la bruja se convirtió en un charco de agua.
Rompiendo así el hechizo de la bruja, todos pudieron ver como sus deseos eran convertidos en realidad, excepto Dorita. Cuando despertó, oyó gritar a sus tíos y salió corriendo. ¡Todo había sido un sueño! Un sueño que ella nunca olvidaría... ni tampoco sus amigos.




BLANCA NIEVES Y LOS 7 ENANITOS


Una reina muy bella siente envidia de su hijastra Blancanieves cuando su espejo mágico le dice que al crecer Blancanieves ha pasado a ser la más bella del reino, y ordena a un soldado que la mate. El soldado se apiada y la deja libre en el bosque, donde encuentra cobijo en una pequeña casita habitada por siete enanitos. Ella se queda a vivir con ellos, a cambio de ayudarles limpiando y cocinando. Pero la madrastra se entera por el espejo de que sigue viva, y prepara una manzana envenenada, que le da a probar haciéndose pasar por una anciana vendedora. Entonces Blancanieves cae muerta, y los enanitos la encierran en un ataúd de cristal. Un príncipe que pasaba por ahí, se enamora al verla tan bella, y les pide que se la den. En una sacudida del ataúd, Blancanieves expulsa el trozo de manzana de su garganta y revive, enamorándose del príncipe con quien se casa.



LA BELLA DURMIENTE


Un Rey y una Reina que celebraron con una gran fiesta el bautizo de su hija recién nacida. Invitaron a todas las hadas de la comarca, siete en total, que fueron sus madrinas. A cada una de ellas los Reyes les hicieron un regalo magnífico. Pero, de súbito, apareció una anciana y malvada hada, enfurecida porque no había sido invitada ni había regalo preparado para ella. Al final del banquete, las madrinas empezaron a otorgar sus dones a la princesita, de modo que fue dotada de todas las perfecciones imaginables. Cuando llegó su turno, la vieja, que quería vengar la ofensa, vaticinó que la niña se pincharía con un huso, y que eso le causaría la muerte. La más joven de las hadas, que astutamente se había reservado para el final, pudo alterar parte del hechizo y pronosticó que la princesita no moriría sino que caería en un profundo sueño que duraría cien años, a cuyo término un príncipe la despertaría.
Cuando la hermosa joven había cumplido quince años, se pinchó efectivamente con un huso e inmediatamente cayó en un profundo sueño. Al cabo de cien años, un joven y apuesto Príncipe se aventuró a penetrar en el castillo para ver a la Bella durmiente. Cuando llegó junto a ella, se postró de rodillas y, en ese momento, se deshizo el hechizo y la princesita se despertó. Se casaron y tuvieron dos hijos, una niña y un varón.




PINOCHO


Gepetto, el viejo carpintero, deseaba que su última creacción, “Pinocho”, una bonita marioneta de madera, pudiera convertirse en un niño de verdad. El Hada Azul le concedió el deseo, no sin antes advertir a Pinocho que para ser un niño de verdad, debería demostrar que era generoso, obediente y sincero. Pepito Grillo le ayudaría en esta labor, él sería su conciencia.
Los días siguientes, en vez de ir al colegio, Pinocho se verá envuelto en una serie de malas aventuras llenas de desobediencias y mentiras. Pero en el fondo Pinocho tiene un buen corazón y gracias a Pepito Grillo se dará cuenta de todos sus errores. Al fin Gepetto consigue su anhelado deseo, que Pinocho se convierta en niño y Pinocho no vuelve a ser desobediente ni a portarse mal, ni a decir mentiras.




LA FAMILIA DE LA SOGA


Había una vez una familia muy unida. Estaba compuesta por el papá, la mamá y sus dos hijos: Marta y Pedro. Pero más que una familia unida era una familia atada, porque su mamá un día tomó una larga y flexible soga y los ató a todos. No fue fácil acomodar tantos metros de soga... pero se fueron acostumbrando. La mamá pensaba que esta era una manera ideal para controlar lo que todos hacían y que no les pasara nada. Y así, todos atados unos a otros con una soga espléndida y muy flexible podían hacer de todo.
El papá, todas las mañanas iba a su trabajo, pero claro, su oficina quedaba cerquita y los chicos iban a la escuela que quedaba justito a la vuelta de la casa. La mamá se quedaba tranquila, sabiendo que no había nada que pudiera sucederles.... Mejor dicho, se iban acostumbrando, porque había cosas que no podían hacer. Por ejemplo, cuando los chicos salían a dar una vuelta a la manzana con los patines, Pedro no podía ir y miraba triste desde su casa.
Y claro... Marta, tampoco llegaba al gimnasio con su soga ni a los cumpleaños de sus amigas... Mucho menos a las caminatas que hacían las chicas por el parque. Eso sí... a la mamá también le daba un poco de pena no poder ir a pasear con sus amigas y conocer otros lugares. Pero no se cansaba de repetir: "Con esta soga sí que estoy segura que nada podrá pasarles". Y ni hablar del papá: a él le hubiera gustado ir a la cancha a gritar el gol de su equipo favorito. Pero, lógico... la soga no daba para tanto... Pasaron años comprando rollos y rollos de soga. La mamá cuidaba todos los detalles. No les sucedió nada de verdad... ni bueno ni malo... Allí estaban con sus sogas limpitas y sin hilachar.
Una tarde, mientras la mamá cosía, miraba las soguitas enruladas en el piso y descubrió que les tenía rabia. Entonces, por arte de magia, vio salir una brillante tijera de su costurero. La miró fijo y le dijo: "Si quieren crecer y ser libres e independientes, corten sus sogas. Verán lo lindo que es alcanzar las cosas en la vida por uno mismo; aunque se equivoquen y vuelvan a comenzar: Poder salir con la alegría de querer volver; poder hacer cosas, sabiendo que los van a alentar si no están del todo bien. Ver cosas nuevas y entender que siempre hay algo más por aprender." Cuando la tijera calló, por fin sucedió lo que tenía que suceder. La mamá tomó una por una las sogas y las cortó. Al caer las mismas al piso, todos salieron corriendo a hacer lo que más les gustaba. Ese día, los cuatro Delasoga pasaron cuatro tardes distintas. Al volver a casa se abrazaron fuerte y se contaron muchas cosas. De la soga no hablaron más.¿Para qué iba a hablar de sogas una familia tan unida?






LA CENICIENTA


El padre de Cenicienta, viudo, se casó con una mujer con dos hijas. Al morir él, llenas de envidia por su dulzura y belleza, la tratan con gran desprecio y le obligan a hacer las tareas más sucias; pero ella sigue manteniéndose dulce y serena. El príncipe organiza un baile para buscar esposa pero a pesar de ser su mayor ilusión, la madrastra impide asistir a Cenicienta. Mientras llora aparece su hada madrina, que la transforma en una princesa para ir al baile, advirtiendo que el hechizo se deshará a medianoche. Cenicienta y el príncipe se enamoran y bailan sin parar, pero al dar la medianoche Cenicienta sale corriendo, perdiendo uno de sus zapatos. El príncipe decide probárselo a todas las jóvenes y casarse con aquella a quien le sirva. Y a pesar de los malvados intentos de la madrastra y sus hijas, finalmente el zapato le sirve a Cenicienta, que se casa con el príncipe.




PETER PAN


Wendy, Michael y John eran tres hermanos que vivían en las afueras de Londres. Wendy, la mayor, había contagiado a sus hermanitos su admiración por Peter Pan. Todas las noches les contaba a sus hermanos las aventuras de Peter. Una noche, cuando ya casi dormían, vieron una lucecita moverse por la habitación. Era Campanilla, el hada que acompaña siempre a Peter Pan, y el mismísimo Peter. Éste les propuso viajar con él y con Campanilla al País de Nunca Jamás, donde vivían los Niños Perdidos... - Campanilla os ayudará. Basta con que os eche un poco de polvo mágico para que podáis volar. Cuando ya se encontraban cerca del País de Nunca Jamás, Peter les señaló: - Es el barco del Capitán Garfio. Tened mucho cuidado con él. Hace tiempo un cocodrilo le devoró la mano y se tragó hasta el reloj. ¡Qué nervioso se pone ahora Garfio cuando oye un tic-tac! Campanilla se sintió celosa de las atenciones que su amigo tenía para con Wendy, así que, adelantándose, les dijo a los Niños Perdidos que debían disparar una flecha a un gran pájaro que se acercaba con Peter Pan. La pobre Wendy cayó al suelo, pero, por fortuna, la flecha no había penetrado en su cuerpo y enseguida se recuperó del golpe. Wendy cuidaba de todos aquellos niños sin madre y, también, claro está de sus hermanitos y del propio Peter Pan. Procuraban no tropezarse con los terribles piratas, pero éstos, que ya habían tenido noticias de su llegada al País de Nunca Jamás, organizaron una emboscada y se llevaron prisioneros a Wendy, a Michael y a John. Para que Peter no pudiera rescatarles, el Capitán Garfio decidió envenenarle, contando para ello con la ayuda de Campanilla, quien deseaba vengarse del cariño que Peter sentía hacia Wendy. Garfio aprovechó el momento en que Peter se había dormido para verter en su vaso unas gotas de un poderosísimo veneno. Cuando Peter Pan se despertó y se disponía a beber el agua, Campanilla, arrepentida de lo que había hecho, se lanzó contra el vaso, aunque no pudo evitar que la salpicaran unas cuantas gotas del veneno, una cantidad suficiente para matar a un ser tan diminuto como ella. Una sola cosa podía salvarla: que todos los niños creyeran en las hadas y en el poder de la fantasía. Y así es como, gracias a los niños, Campanilla se salvó. Mientras tanto, nuestros amiguitos seguían en poder de los piratas. Ya estaban a punto de ser lanzados por la borda con los brazos atados a la espalda. Parecía que nada podía salvarles, cuando de repente, oyeron una voz: - ¡Eh, Capitán Garfio, eres un cobarde! ¡A ver si te atreves conmigo! Era Peter Pan que, alertado por Campanilla, había llegado justo a tiempo de evitarles a sus amigos una muerte cierta. Comenzaron a luchar. De pronto, un tic-tac muy conocido por Garfio hizo que éste se estremeciera de horror. El cocodrilo estaba allí y, del susto, el Capitán Garfio dio un traspié y cayó al mar. Es muy posible que todavía hoy, si viajáis por el mar, podáis ver al Capitán Garfio nadando desesperadamente, perseguido por el infatigable cocodrilo. El resto de los piratas no tardó en seguir el camino de su capitán y todos acabaron dándose un saludable baño de agua salada entre las risas de Peter Pan y de los demás niño Ya era hora de volver al hogar. Peter intentó convencer a sus amigos para que se quedaran con él en el País de Nunca Jamás, pero los tres niños echaban de menos a sus padres y deseaban volver, así que Peter les llevó de nuevo a su casa. - ¡Quédate con nosotros! -pidieron los niños. - ¡Volved conmigo a mi país! -les rogó Peter Pan-. No os hagáis mayores nunca. Aunque crezcáis, no perdáis nunca vuestra fantasía ni vuestra imaginación. De ese modo seguiremos siempre juntos. - ¡Prometido! -gritaron los tres niños mientras agitaban sus manos diciendo adiós.




LOS TRES CHANCHITOS


Tres cerditos hacen sus casas, pero para tardar menos y jugar, los dos primeros las hacen de paja y maderas, mientras el mayor se esfuerza más y la hace de ladrillo.
Cuando llega el lobo, soplando tira las casas del primero y luego del segundo, que se refugian en la del tercero. Como no puede tirar la última casa soplando, trata de entrar por la chimenea, pero los cerditos preparan un caldero y el lobo huye abrasado.







INTRODUCCIÓN

Antes de empezar con los recuerdos de los 80-90, quiero hacer una breve introducción de las cosas que no pueden disfrutar estas nuevas generaciones…

Nosotros somos la última camada que hemos aprendido a jugar en la calle y también en los recreos del colegio; además somos la primera que ha jugado a los videojuegos y hemos ido a parques de diversiones.
Asimismo nos vestíamos con jean pata de elefante y camperas de jean; y a las niñas nos ponían esos espantosos vestidos bobos (como no recordarlos ¡!!????) y nuestras primeras zapatillas de marca las tuvimos pasados los 10 años.
Fuimos los primeros en grabar canciones de la radio a cassettes y los pioneros del walkman.
¡ Y que tanto hay que decirlo! LA ÚLTIMA GENERACIÓN CUERDA QUE HA HABIDO!!!!!!!!.
La verdad que hemos podido sobrevivir a nuestra maravillosa infancia!!! No había tantos peligros, disfrutábamos el día a full y nunca nos cansábamos. Nuestras casas estaban siempre abierta, no existían las llaves; andábamos en bicicleta sin ninguna protección. Salíamos de casa por la mañana, jugábamos todo el día, y volvíamos cuando se encendían las luces de la calle.
No existían los celulares. Íbamos a clases cargados de libros y cuadernos, todos metidos en la mochila y sin ruedas!!!!. De lo único que nos contagiábamos en el colé era de los piojos, cosa que nuestras madres lo solucionaban lavándonos la cabeza con vinagre o nopucid y pasándonos el peine fino.
No tuvimos Playtation, no había 99 canales de televisión, ni Mp3s, ni computadoras y menos que menos Internet; pero nos divertíamos a lo lindo tirándonos bombas de agua.
Los chicos nos pedían el “ARREGLO” cara a cara, y no a través del mensaje de texto.
Y como olvidar las maravillosas fiestas que se armaban en casa de algún amigo/a, los famosos “ASALTOS”, que tanto esperábamos para poder bailar los lentos con el chico/a que te gustaba.
Nos hacíamos responsables de nuestras acciones. Sobre todo tuvimos libertad, fracaso, éxito y responsabilidad, y aprendimos a crecer con todo ello.
LA VERDAD QUÉ TUVIMOS LA SUERTE DE CRECER COMO NIÑOS!!!!.....